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  • ¿Qué es el ICOLCAP y cómo invertir en Colombia a través de este índice?

    ¿Qué es el ICOLCAP y cómo invertir en Colombia a través de este índice?

    El ICOLCAP es un índice o ETF, un derivado financiero que permite invertir en las principales acciones que cotizan en el mercado accionario en Colombia. Este ETF es emitido por el fondo de inversiones BlackRock.

    Primero, recordemos qué es un índice o ETF. Un ETF es como una “bolsita” en la que podemos invertir, y al hacerlo, indirectamente estamos invirtiendo en acciones de empresas como Bancolombia, Ecopetrol, Grupo Energía Bogotá, Argos, Nutresa, y muchas más. Así, en lugar de tener que comprar las veinte compañías más importantes de Colombia por separado, podemos comprar un pedacito de este ETF y obtener una participación en todas ellas.

    Comportamiento del ICOLCAP  y sus componentes

    Veamos cómo se ha comportado este ETF y cuáles son las acciones que lo componen. Al ingresar a la página de BlackRock, el fondo que emite el iShares MSCI ColCap, podemos ver la información de este producto financiero. Actualmente, el valor del fondo es de 13,811 pesos colombianos. Desde el 1 de julio ha tenido una variación de 2.56% y el Year to Date (rentabilidad desde el inicio del año) ha caído un 29%. El costo de administración es del 0.47%.

    Este fondo brinda acceso inmediato y eficiente a una “canasta” con las veinte empresas más líquidas del mercado accionario en Colombia. Puede usarse como el núcleo de una estrategia de inversión en acciones o como una herramienta para movimientos tácticos.

    Rentabilidad histórica del ICOLCAP 

    En cuanto a la rentabilidad, este fondo no ha tenido un buen desempeño en los últimos años. La Bolsa de Colombia ha estado golpeada en la última década, con caídas significativas. Aunque en meses recientes vimos algo de recuperación, el retorno de este índice en el último año ha sido del 11%. Sin embargo, en los últimos tres años ha caído un 3.51%, en los últimos cinco años un 0.96%, y en los últimos diez años un 1.49%. Desde su lanzamiento, el fondo ha tenido un rendimiento negativo del 1.55%.

    Si hubiéramos invertido diez mil dólares desde el lanzamiento de este fondo en enero de 2012, hoy tendríamos menos de esa cantidad, cerca de 8,752 dólares, lo cual representa una pérdida. Aunque la rentabilidad histórica no garantiza la futura, muchos analistas creen que los mercados emergentes, como el colombiano, podrían tener un rebote importante en la próxima década.

    Principales posiciones del ICOLCAP 

    Las diez principales posiciones de este índice incluyen acciones preferenciales de Bancolombia (con un peso del 16.7% del fondo), Ecopetrol (13%), ISA (10%), Bancolombia ordinaria (9.94%), Grupo Energía Bogotá (6.76%), Grupo Argos, Grupo Sura, Nutresa, preferencial de Davivienda y preferencial del Grupo Aval. Estas diez acciones concentran una gran parte del fondo, lo que significa que si a estas empresas les va bien, al índice ICOLCAP también le irá bien.

    Ventajas de invertir en el ICOLCAP 

    Como comentamos al inicio, la ventaja de invertir en el ICOLCAP es que no necesitamos comprar cada acción de forma individual. Al adquirir el índice MSCI ColCap de BlackRock, estamos invirtiendo indirectamente en las veinte empresas de mayor capitalización y representatividad del mercado colombiano. En otras palabras, es apostar por el crecimiento de Colombia como país. Si a Colombia le va bien, es probable que estas veinte acciones también tengan buenos resultados en la Bolsa.

    ¡A seguir aprendiendo sobre inversiones y el mercado colombiano!

  • 6 Hábitos Pequeños que Me Hicieron Ser RICO

    6 Hábitos Pequeños que Me Hicieron Ser RICO

    Si hoy me preguntaras, Juampa, cuáles han sido los hábitos que realmente marcaron la diferencia en tu vida financiera y tu vida personal, yo te diría que no se trata de un golpe de suerte o de una única estrategia mágica. Se trata de pequeñas decisiones diarias que, acumuladas en el tiempo, terminan generando resultados extraordinarios. Y hoy te voy a compartir los seis hábitos que realmente transformaron mi vida y que también pueden ayudar a transformar la tuya.

    Vamos con el primero: la lectura.

    Los libros fueron mis primeros mentores y lo siguen siendo hoy en día. La lectura me permitió acceder a conocimiento que nadie en mi entorno me estaba dando en ese momento. Para mí, los libros han sido grandes maestros en mi vida y no es un secreto que es una de mis grandes pasiones.

    Piensa en cualquier problema que hayas tenido en tu vida. Ese problema alguien ya lo ha tenido antes, pero sobre todo, de eso ya se ha escrito algo. La solución a todos los problemas de nuestra vida está en los libros. ¿Quieres aprender, por ejemplo, a invertir? Pues empieza a leer las cartas de Warren Buffett a sus accionistas o lee a Peter Lynch, Ray Dalio, Benjamin Graham, Howard Marks. Tendrás las mejores estrategias de inversión de los grandes inversionistas del planeta. ¿Quieres aprender a mejorar tu salud? Lee a Peter Attia o al doctor Andrew Huberman. ¿Quieres aprender sobre emprendimiento? Entonces lee las biografías de Jeff Bezos, Sam Walton, Phil Knight, Steve Jobs. Todas esas serán una gran fuente de inspiración.

    Mucho de lo que sé hoy sobre finanzas y sobre inversiones lo he aprendido en los más de 100 libros que he leído sobre el tema. Yo tengo un MBA, una maestría en administración de negocios, pero mucho de lo que aprendí en la universidad lo he complementado con autores como Jim Collins, Peter Drucker, Simon Sinek, entre muchos otros que me han ayudado un montón. Así que lee todo lo que puedas, lee todo lo que se te pase por la mente. Leer es un hábito que en el tiempo te hará millonario. Mi consejo es que nunca dejes de aprender y nunca dejes de leer.

    Hábito número dos: el ejercicio como motor de energía.

    Para lograr cualquier objetivo financiero o personal, necesitas mucha energía. El mundo del emprendimiento es un mundo de muchas caídas, muchas subidas, muchísimo aguante y decisiones duras. Para eso necesitas mucha energía. Por eso, el consejo acá es: cuida tu energía. No hay nada que mate más la productividad y que drene la energía que una vida sedentaria.

    Para mí, hacer ejercicio no solo me mantiene en forma, sino que me ayuda a pensar mejor, a tomar mejores decisiones, a mantenerme motivado. No se trata obviamente de volverse un atleta de alto rendimiento, pero sí de movernos, de fortalecer nuestro cuerpo para poder enfrentar los desafíos del día a día con mucha mejor actitud y con más energía. En mi caso, yo voy al gimnasio seis días a la semana y mi día siempre es mucho mejor cuando hago ejercicio en la mañana. ¿Qué hago yo? Mezclo entre días de pesas, generalmente tres o cuatro veces a la semana, con un cardio muy intenso de intervalos para mejorar lo que llaman el VO2 Max, que es ese ejercicio que ayuda mucho al corazón.

    Para mí, el ejercicio me ayuda a tener niveles altos de energía y, por ende, a que me vaya mejor en los negocios. Yo veo una correlación directa entre estar bien físicamente y los resultados financieros de mis empresas. No tengo ninguna duda de que las dos tienen mucho que ver.

    Hábito número tres: invertir consistentemente.

    Es uno de los hábitos financieros más importantes en mi vida. Aprender a invertir desde una edad temprana marcó una gran diferencia. No importa si es mucho o poco dinero, lo importante es construir el hábito de la inversión. Invertir a largo plazo en activos que crecen con el tiempo ha sido una de las mejores decisiones que he tomado y lo sigo haciendo.

    A veces nos preocupamos mucho por tratar de adivinar hacia dónde va el mercado, cuáles son los mejores activos, en qué momento debería empezar. Y si hoy me preguntaras, Juampa, ¿cuál es el mejor momento para empezar a invertir?, te respondería con la famosa frase de Warren Buffett: “El mejor momento fue hace 10 años y el segundo mejor momento es hoy”. Así que empieza a invertir desde ya. El tiempo en las inversiones es tu mejor aliado. Ese sí que es un hábito que te puede hacer millonario gracias a la famosa magia del interés compuesto.

    Hábito número cuatro: rodearme de mentores y de personas que me impulsan.

    Somos el promedio de las cinco personas con las que más tiempo pasamos. Es una frase trillada, pero demasiado cierta. Mucho ojo a quién tienes a tu alrededor. No te dé miedo “despedir” entre comillas esas amistades que no te funcionan, que no te suman, que por el contrario te quitan y te drenan la energía.

    Busca personas que te impulsen a ser mejor, que te motiven a ser un gran emprendedor, un gran inversionista y, sobre todo, un gran ser humano. Si estás rodeado de personas negativas, que solo se quejan y que no tienen ambición, tarde o temprano te vas a convertir en una de esas personas. El negativismo se pega, la quejadera se pega.

    Por eso, siempre trato de buscar incluso pagar por mentores, por personas que hayan logrado lo que yo quiero lograr. Rodearme de personas que piensan en grande, que buscan crecer, me hace a mí también crecer muchísimo. No subestimes el poder de tu círculo cercano. No existe una mejor inversión que pagar por un mentor. Un mentor ya sabe qué es lo que tienes que hacer, pues ya pasó por el infierno, ya recorrió el camino y es la inversión de mayor retorno. Rodearte de mentores es otro hábito que te convertirá en millonario.

    Hábito número cinco: meditar y visualizar el éxito.

    Esto puede sonar bien espiritual, pero es una realidad. La forma en la que piensas impacta directamente en la forma en la que vives. Nuestros pensamientos crean nuestros hábitos y nuestros hábitos crean nuestra realidad.

    Si todos los días te dices a ti mismo que no puedes, que es imposible, que el dinero es difícil de ganar, esa va a ser tu realidad. Por eso, meditar y visualizar el éxito a mí personalmente me ha ayudado a enfocarme, a crear mis metas y a trabajar con una mentalidad ganadora. Tu mente es tu mayor activo, pero también puede ser un gran pasivo. Es un músculo que también hay que ejercitar, y para mí la meditación es el mejor ejercicio para la mente.

    Hábito número seis: madrugar y tener una mañana poderosa.

    Las mañanas determinan cómo será tu día. Un mal inicio del día te puede hacer perder horas. Un hábito que cambió mi vida fue madrugar, pero sobre todo, estructurar mi mañana de forma mucho más intencional.

    Hoy lo primero que hago es levantarme y meditar, así sean 10 o 15 minutos todas las mañanas. Después me meto a la ducha con agua helada. Es una tortura, pero cuando salgo de la ducha me siento mucho mejor, con más energía. Luego hago ejercicio, desayuno con mis hijos, los llevo al colegio y empiezo a trabajar con una mente mucho más clara. Un gran día empieza la noche anterior, planear el día siguiente con anticipación también me ha ayudado muchísimo.

    En conclusión, estos seis hábitos marcaron para mí un antes y un después. No fue de la noche a la mañana, pero son pequeños cambios diarios que con el tiempo empiezan a dar grandes resultados. Si tuviera que darte un consejo hoy sería este: empieza con uno de estos seis hábitos, el que más te resuene, y comprométete a aplicarlo. Al final, el éxito no es más que la acumulación de pequeñas acciones bien hechas sostenidas en el tiempo. ¡A seguir aprendiendo!

  • No uses tarjetas débito

    No uses tarjetas débito

    ¿Qué pasaría si te dijera que estás cometiendo un grave error financiero cada vez que usas tu tarjeta débito? ¿Me creerías? Si te dijera que la forma óptima de usar esa tarjeta débito es precisamente no usándola. Pues bien, en este texto te voy a revelar por qué usar tu tarjeta débito podría estar costándote más de lo que crees y cuál sería la buena práctica del uso de tu dinero.

    Mi nombre es Juan Pablo Zuluaga y junto con Caro, mi esposa, creamos Mis Propias Finanzas, que es una empresa de educación financiera para ayudarle a miles de personas a cambiar sus finanzas personales y a tomar acción para empezar a invertir. 

    Y ahora sí, ¿por qué decimos que la mejor forma de usar la tarjeta de débito es no usándola? Hay varias razones, pero te voy a resumir tres grandes argumentos porque, al menos desde la teoría y de lo que nosotros creemos, esta es una estrategia que no funciona.

     

    El primer criterio para no usar la tarjeta de débito: cero o muy pocos beneficios. 

    Una tarjeta de débito en la gran mayoría de los bancos no representa mayores beneficios económicos. Para el banco no generan ingresos por intereses ni por cuotas de manejo en muchos casos, por lo que no es el producto que más suelen promover. Y por esa razón, la tarjeta débito suele tener muy pocos beneficios comparado con opciones como la tarjeta de crédito, que recompensa a mayor medida a través de puntos, millas, cashback, descuentos, entre muchas otras cosas.

    Ojo, no digo que ninguna tarjeta débito no tenga beneficios, pero en su gran mayoría no los tiene. Y en este mundo de las finanzas inteligentes y de las finanzas conscientes, debemos siempre buscar y optimizar la mejor forma de tomar decisiones que nos generen los mayores retornos y los mejores beneficios. Por esa razón, al menos yo prefiero buscar medios de pago que me generen beneficios y mejores oportunidades.

    El segundo criterio es la baja seguridad, y esto es un hecho, no es una percepción

    Entre una tarjeta de crédito y una tarjeta de débito, la tarjeta de débito es la menos segura. No estoy diciendo que la tarjeta de débito es de baja seguridad o que tenerla es un gran riesgo, pero si las comparas entre las dos, la tarjeta de crédito es mucho más segura. Y te cuento por qué en tres razones.

    La primera, seguro de fraude

    La mayoría de las tarjetas de crédito tienen un seguro de fraude, que es un seguro que protege este medio de pago ante robos, donaciones, filtraciones de datos, entre otros. La tarjeta débito, por lo general, no tiene este tipo de seguro. Y la lógica detrás de esto es muy sencilla: el banco protege más el dinero que te presta que el dinero que tú le das al banco para que te lo custodie.

    La razón número dos es los esquemas de seguridad y riesgo

    Como ya lo dijimos, el dinero de la tarjeta de crédito es dinero prestado del banco, que pagarás después de un tiempo. Entonces, el banco se cuida mucho y tiene mayores filtros de seguridad con ese producto. Aquí te doy un ejemplo para que entiendas mucho mejor, y ojo, es un caso real que le pasó a uno de nosotros en Mis Propias Finanzas.

    Resulta que un viernes, Santiago, una persona que trabaja en el equipo, salió a tomar cerveza y a comerse algo con unos amigos en Bogotá. Hacia las 10 de la noche, pagó su cuenta con la tarjeta de crédito, pidió un Uber, que también pagó con tarjeta, y llegó a su casa. A las 2 de la mañana, le llegó un mensaje de texto a Santiago diciendo que el banco había bloqueado su tarjeta por una sospecha de fraude. Resulta que a la 1 de la mañana, tres horas después de haber comido y haber pedido Uber, al banco le llegó una transacción con la misma tarjeta por unos tiquetes para un vuelo de Bali en Indonesia hacia París, además con una IP ubicada en un país oriental.

    Y claro, por los esquemas de seguridad del banco y viendo que solo tres horas después de haber pagado el Uber en Bogotá se estaba intentando hacer una compra de vuelos en otro continente, el banco por cuenta propia bloqueó la tarjeta. Esto es porque los filtros de seguridad del banco analizan los datos y son capaces de hacer este tipo de conexiones para determinar si hay posibilidad de fraude. Con la tarjeta de débito, posiblemente esa transacción se hubiera realizado y, además, conseguir la devolución del dinero habría sido una tarea difícil, pesada, desgastante, con muchas llamadas al banco y, posiblemente, sin recuperar ese dinero.

    La razón número tres de seguridad es que la compra con débito es inmediata

    Mientras que con crédito está en pausa, entre comillas. ¿Por qué decimos esto? Cuando vas a un restaurante, una tienda o un centro comercial y pagas con tu tarjeta débito, la transacción se hace de inmediato. Entonces, si tenías $100 en la cuenta y pagas $10 con la tarjeta de débito, inmediatamente verás $90 en tu cuenta. Con la tarjeta de crédito, no es así. Cuando pagas con crédito, la transacción queda de cierta forma en pausa hasta la fecha de corte y después de pago.

    Entonces, si hay algún tipo de eventualidad y tienes que soportar una transacción errónea, obviamente tendrás que hablar con el banco y gestionar el caso, pero como la transacción está pausada, puede suceder que se reverse esa transacción y te eliminen el cobro. Con la tarjeta débito también se puede, pero es un proceso mucho más dispendioso, tedioso y difícil de comprobar.

    Por esas tres razones de seguridad, prefiero más la tarjeta de crédito que la tarjeta débito. Ahora retomemos, ¿por qué decimos que debes reconsiderar el uso de tu tarjeta débito? Vamos en el tercer criterio

     

    La tarjeta de débito no genera historial crediticio.

    El historial crediticio es muy importante. De forma fácil y práctica, es como tu hoja de vida para aplicar a préstamos bancarios en el futuro. Si mañana quisieras aspirar a ser el gerente de una gran empresa pero no tienes experiencia laboral, lo más seguro es que te digan que no te van a contratar. Con los préstamos es algo similar. Si nunca has tenido productos de crédito, si nunca has demostrado que sabes manejar dinero prestado de entidades financieras, el día de mañana te van a cerrar muchas puertas al no ser un cliente en el que puedan confiar.

    Con la tarjeta débito, usamos siempre nuestro dinero, y es clave saberlo manejar, pero eso no le demuestra al banco que sabes manejar el dinero prestado, que sabes controlar tus gastos y que sabes administrar tu dinero disponible. En cambio, una tarjeta de crédito va a ser tu carta de presentación al banco. Pero así como puedo tener una buena carta de recomendación y una buena hoja de vida, también puedo tener una pésima carta de presentación.

    Por eso, las tarjetas de crédito son un arma de doble filo. También con la tarjeta de crédito debemos tener cuidado y ser muy responsables con los pagos. Si las manejamos mal, podemos ensuciar y dañar ese historial de crédito, y eso va a tener consecuencias muy malas a mediano y largo plazo.

    En resumen, las tarjetas débito son productos financieros muy prácticos, funcionales y eficientes, pero si lo que estás buscando es aumentar la eficiencia de tus finanzas y sacar el máximo provecho, yo me fijaría en otro tipo de medios de pago con mayores beneficios, descuentos, recompensas, puntos, cashback y millas. Usar en ese caso una tarjeta de crédito responsablemente te abrirá las puertas a un mundo de beneficios que una tarjeta de débito casi nunca tiene.

    Pero recuerda, no se trata de gastar más, sino de gastar con inteligencia. No olvides que el crédito no es dinero extra, es una herramienta que, si la manejas bien, puede mejorar tu vida financiera significativamente, pero si lo manejas mal, puede acabar con tus finanzas.

    ¡A seguir aprendiendo!

  • Cómo ahorrar ganando poco

    Cómo ahorrar ganando poco

    Si sientes que el dinero nunca te alcanza, que ahorrar con lo que ganas es imposible y que cada mes dices que vas a empezar a ahorrar el próximo, pero pasa el tiempo sin que arranques nunca, esta publicación es para ti. Vamos a hablar de estrategias realistas para ahorrar, incluso si crees que no te sobra ni un peso, y lo mejor: sin sentir que tienes que poner tu vida en pausa o renunciar a todo lo que te gusta disfrutar.

    El primer paso para comenzar a ahorrar es cambiar la mentalidad. 

    Muchas personas piensan que solo se puede ahorrar cuando se gana mucho dinero, pero la realidad es que el ahorro no depende de la cantidad, sino del hábito. Si no ahorras cuando ganas poco, tampoco lo vas a hacer cuando ganes más. Es una trampa mental en la que caemos con frecuencia: creer que cuando tengamos más ingresos, por arte de magia, aparecerá el ahorro. Pero así no funciona.

    Ahorrar es como hacer ejercicio: no tienes que empezar corriendo una maratón, solo necesitas dar el primer paso. Y ese primer paso puede ser guardar el 1% de lo que ganas. Así es, como lo oyes, el 1%. Lo importante es crear el hábito, porque una vez que lo tienes, aumentar el porcentaje va a ser mucho más fácil. Piensa en ese pequeño porcentaje como la semilla de un gran árbol: al principio parece insignificante, pero con el tiempo se fortalece y crece, y cuando menos lo esperas, ahorrar se convierte en algo natural, casi automático. Incluso podrías llegar a disfrutarlo.

     

    Otro punto clave es la consistencia. 

    Si un mes puedes ahorrar solo 10,000 pesos, hazlo. Si el siguiente mes puedes subir a 20,000, mucho mejor. Pero lo importante es no romper la cadena. La disciplina es lo que marca la diferencia entre quienes logran estabilidad financiera y quienes siempre están al borde del colapso económico.

    Además, ahorrar no es solo guardar dinero; es una forma de comprar tranquilidad. No tener que preocuparte por un imprevisto, poder aprovechar una buena oportunidad sin endeudarte o simplemente saber que tienes un colchón en caso de una emergencia, es una sensación invaluable.

    Piensa, por ejemplo, en la pandemia. Muchas personas perdieron su trabajo y, por no tener este hábito de ahorro ni un fondo de emergencia, terminaron muy preocupados, con muchos gastos y sin ingresos. Por esto, no subestimes el poder de empezar pequeño. Cada peso cuenta.

    No puedes ahorrar si no sabes en qué se te está yendo el dinero. 

    Haz este ejercicio: durante un mes, vas a anotar todo lo que gastas, absolutamente todo, desde el arriendo hasta el cafecito en la tarde, la menta, el chicle, todo. Te aseguro que te vas a llevar muchas sorpresas.

    Cuando Juampa y yo lo hicimos, descubrimos muchos gastos que no teníamos en la cabeza, como suscripciones que no usábamos. El joven promedio tiene más de 17 suscripciones, y estoy segura de que no usa esos 17 servicios. Es impactante darse cuenta de la cantidad de pequeños gastos que parecen inofensivos, pero que sumados pueden representar una parte significativa de nuestros ingresos.

    Aquí en Mis Propias Finanzas hicimos un video comparando algunas herramientas de gastos que te pueden ser de utilidad para este ejercicio. Cuando tengas claro en qué se te va tu dinero, prioriza. Pregúntate: ¿realmente necesito esto o puedo vivir sin esto? Se trata de identificar lo que es verdaderamente esencial y lo que podrías recortar sin afectar tu calidad de vida.

    Un ejemplo muy sencillo: en lugar de comprarte un café todos los días por fuera, podrías prepararlo en casa y ahorrar una cantidad considerable al mes. También puedes categorizar tus gastos en fijos, variables y opcionales.

    • Los fijos son los que no puedes evitar, como el arriendo, las facturas, la comida y la salud.
    • Los variables pueden ajustarse, como las comidas por fuera o el transporte.
    • Los opcionales, como entretenimiento, caprichos y antojos, son los que puedes reducir con mayor flexibilidad.

    Otra estrategia efectiva es el presupuesto consciente. Eso significa que vas a revisar mes a mes en qué puedes mejorar. Si este mes te excediste en comida a domicilio, podrías proponerte reducir este gasto el siguiente mes. Se trata de un proceso de mejora continua, no de privaciones extremas.

    Y ojo, tampoco se trata de dejar de disfrutar tu vida, sino de hacer los gastos más inteligentes. Cuando logras controlar tu dinero, en lugar de que el dinero te controle a ti, vas a poder ahorrar sin sentir que estás sacrificando todo el tiempo.

     

    Tercer punto: el preahorro, el truco para que ahorrar se vuelva fácil.

    Hay un concepto que cambia el juego: el preahorro, es decir, ahorrar antes de gastar. Es una técnica que elimina la tentación de gastar primero y luego preocuparse por ahorrar con lo que quede. La mayoría de las personas hace esto: entran sus ingresos, se gastan todo y al final, si algo sobra, eso es lo que ahorran.

    Pero seamos sinceros, realmente nunca sobra.

    Por eso, la clave está en cambiar esta formulita. Una vez definas cuánto vas a ahorrar, así sean 10,000 pesos, 5,000 pesos o lo que quieras, toma ese dinero y guárdalo. Sepáralo de los gastos. No importa lo pequeñito que sea, lo importante es que siempre ahorres antes de gastar.

    Para que el preahorro sea realmente efectivo, lo mejor que puedes hacer es automatizarlo. Configura tu cuenta bancaria para que cada vez que te paguen, una parte de ese dinero se transfiera automáticamente a una cuenta de ahorros o inversión.

    Esto elimina el factor emocional de ver el dinero y tentarte a gastarlo. Además, el preahorro tiene un efecto psicológico poderoso: al ajustarte desde el principio sin ese dinero, tu cerebro se acostumbrará a vivir sin él.

    Con el tiempo, verás que construirás un fondo que podrás usar para emergencias, inversiones o metas importantes. Una buena estrategia es empezar con un porcentaje pequeño e ir aumentándolo gradualmente.

    Si hoy puedes separar el 1% de tus ingresos, genial. El próximo mes, intenta con el 2%. Y así sucesivamente, hasta que llegues a un porcentaje que te permita ahorrar sin sentir que te privas de lo esencial.

    Si nunca has practicado el preahorro, te reto a probarlo durante tres meses. Te sorprenderás de lo rápido que se acumula el dinero y la tranquilidad que te dará saber que estás construyendo un respaldo financiero sin darte cuenta.

     

    Punto número cuatro: controlar los gastos sin vivir como un monje.

    Ahorrar no significa privarte de todo ni vivir en constante restricción. Se trata de tomar decisiones más inteligentes y estratégicas. Algunos trucos incluyen:

    • Aprovechar descuentos y ofertas, pero solo en cosas que realmente necesites.
    • Planear compras con antelación y aprovechar temporadas de descuentos.
    • Revisar suscripciones y eliminar las que no usas.
    • Cocinar en casa en lugar de pedir comida a domicilio con frecuencia.

    Y el último punto: aumentar los ingresos

    Hay un límite en el recorte de gastos, pero no en lo que puedes ganar. Buscar nuevas fuentes de ingreso puede hacer la diferencia en tus finanzas.

    Recuerda, el ahorro no es una cantidad, es un hábito. Y la mejor forma de hacerlo es empezar hoy mismo.

    Y como decimos aquí, ¡a seguir aprendiendo!

  • ¿Cómo Invertir en Bienes Raíces Desde CERO?

    ¿Cómo Invertir en Bienes Raíces Desde CERO?

    Imagínate que compras un apartamento a $180,000 y, a los seis meses, te toca venderlo por $140,000. ¿Qué significa esto? Que perdiste $40,000 en solo seis meses y ahora estás completamente inseguro sobre las inversiones, sin apartamento y con menos capital. Este caso real le ocurrió a mi hermano y a su esposa, y por eso hoy quiero contarte cómo aprender a invertir en bienes raíces.

    A pesar de lo que muchos piensan, invertir en bienes raíces no es complejo, de hecho, es bastante sencillo. Solo hay que seguir algunos pasos importantes, entender el proyecto y, además, no necesitas grandes capitales. Con lo que te voy a explicar en esta publicación, podrás tomar las mejores decisiones de inversión.

    Hoy hablaremos de la forma más tradicional de invertir en bienes raíces: comprar un apartamento o una casa para rentar. Lo primero que debes tener en cuenta es que, al comprar un inmueble, normalmente se paga una parte con capital propio como cuota inicial y el resto se financia con un crédito hipotecario. Esto significa que, dependiendo del país en el que te encuentres, puedes aportar entre el 10% y el 30% de tu dinero, y el resto lo pedirás prestado al banco.

    Veamos un ejemplo sencillo. Supongamos que compras una vivienda de $100,000. Para pagarla, usas $20,000 de tus ahorros y solicitas un crédito hipotecario al banco por los $80,000 restantes. De esta manera, con tu aporte de $20,000 más el crédito del banco, completas el valor total del apartamento.

    Ahora bien, ningún banco presta dinero gratis. Por eso existen las tasas de interés, que representan el costo mensual que debes pagar por el préstamo. Además, la cuota mensual de tu crédito hipotecario también incluirá seguros exigidos por el banco para cubrir eventos como incendios o terremotos.

    Veamos cómo funciona la tasa de interés con otro ejemplo. Supongamos que el banco te presta $80,000 a una tasa efectiva anual del 10% y un plazo de 20 años. Esto significa que durante esos 20 años pagarás cuotas mensuales que incluyen intereses, abono a capital y seguros. En este caso, tu cuota mensual sería de aproximadamente $800.

    Una vez que financias tu inmueble, lo más importante es generar ingresos con él, es decir, arrendarlo. La meta es que el valor del arriendo cubra la cuota del crédito hipotecario. Si logras arrendarlo por encima de esa cuota, básicamente estarás usando dinero del banco gratis para financiar tu compra.

    Es fundamental elegir bien el proyecto para asegurarte de que el valor del arriendo sea suficiente para cubrir la totalidad de la cuota o al menos la mayor parte de ella. Veamos otro ejemplo. Si compras un apartamento de $100,000 y lo arriendas por $1,000 al mes, esos ingresos cubrirán los $800 de la cuota del crédito hipotecario, dejándote $200 de flujo de caja libre.

    ¿Por qué es importante el flujo de caja libre? Porque es un gran indicador de rentabilidad. Si el arriendo genera más de lo que pagas al banco, estás haciendo una buena inversión. Ahora, ¿Qué pasa si solo logras arrendarlo por $600? En este caso, aún tendrías que pagar $800 al banco, lo que significa que cada mes deberías sacar $200 de tu bolsillo. Esto no implica necesariamente que sea una mala inversión, pero sí que requerirá dinero adicional de tus otros ingresos para sostener el crédito.

    Otro aspecto clave al operar un inmueble son los gastos adicionales. Existen tres principales:

    1. Impuestos: Siempre tendrás que pagar impuestos por el inmueble, por lo que es recomendable reservar dinero mes a mes para cubrirlos anualmente sin problemas.
    2. Mantenimiento: Con el tiempo, surgirán gastos por arreglos, como filtraciones, desperfectos en el piso o problemas eléctricos. Es importante considerarlos.
    3. Vacancia: Es poco realista pensar que un inmueble estará arrendado el 100% del tiempo. Puede haber meses en los que no tengas inquilinos, por lo que debes calcular estos periodos sin ingresos.

    Además, un gran beneficio de los bienes raíces es la valorización. Históricamente, los inmuebles tienden a aumentar de valor con el tiempo. Esto sucede porque las rentas suben con la inflación, lo que también impacta el precio de venta. Si compras en una zona con potencial de valorización, como aquellas donde se construirán centros comerciales, colegios, vías principales u hospitales, es probable que tu propiedad aumente su valor con los años.

    Teniendo en cuenta el crédito hipotecario, la renta recibida y la valorización, volvamos a nuestro ejemplo inicial. Si compraste un inmueble por $100,000 con una cuota inicial de $20,000 y financiaste el resto con el banco, mes a mes recibes $1,000 de renta y pagas $800 de crédito, quedándote con $200 de flujo de caja. De este dinero, puedes reservar $100 para impuestos y mantenimiento, dejándote un flujo neto de $100 al mes.

    Ahora bien, si asumimos una valorización del 8% anual, en 10 años el valor del inmueble subiría a $215,000. Si decides venderlo en ese momento, recibirás $215,000, le pagarás los $56,000 restantes al banco y te quedarás con $159,000, más los $12,000 de flujo de caja acumulado en ese periodo. En total, habrías obtenido $179,000 de ganancia habiendo invertido solo $20,000 inicialmente.

    Este es el poder de los bienes raíces y del uso estratégico de la deuda. Si se gestiona bien, puedes lograr inversiones muy rentables y construir un patrimonio sólido.

    Por supuesto, todo esto funciona bajo ciertas condiciones clave:

    1. Obtener una buena tasa de interés en el crédito hipotecario, ya que una menor tasa facilitará que la renta cubra la cuota.
    2. Lograr un buen arrendador, que pague lo suficiente para cubrir los costos.
    3. Comprar barato y vender caro, seleccionando zonas con alto potencial de valorización.

    Si cumples con estos tres factores, es probable que consigas rentabilidades similares a las que vimos en los ejemplos. De lo contrario, podrías encontrarte con dificultades para cubrir la cuota del crédito o vender a un buen precio.

    Espero que esta publicación te haya ayudado a entender cómo funciona la inversión tradicional en bienes raíces. No hemos hablado de estrategias como flipping, rentas cortas o fondos inmobiliarios, ya que esos temas los veremos en próximos post.

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