Si sientes que el dinero nunca te alcanza, que ahorrar con lo que ganas es imposible y que cada mes dices que vas a empezar a ahorrar el próximo, pero pasa el tiempo sin que arranques nunca, esta publicación es para ti. Vamos a hablar de estrategias realistas para ahorrar, incluso si crees que no te sobra ni un peso, y lo mejor: sin sentir que tienes que poner tu vida en pausa o renunciar a todo lo que te gusta disfrutar.
El primer paso para comenzar a ahorrar es cambiar la mentalidad.
Muchas personas piensan que solo se puede ahorrar cuando se gana mucho dinero, pero la realidad es que el ahorro no depende de la cantidad, sino del hábito. Si no ahorras cuando ganas poco, tampoco lo vas a hacer cuando ganes más. Es una trampa mental en la que caemos con frecuencia: creer que cuando tengamos más ingresos, por arte de magia, aparecerá el ahorro. Pero así no funciona.
Ahorrar es como hacer ejercicio: no tienes que empezar corriendo una maratón, solo necesitas dar el primer paso. Y ese primer paso puede ser guardar el 1% de lo que ganas. Así es, como lo oyes, el 1%. Lo importante es crear el hábito, porque una vez que lo tienes, aumentar el porcentaje va a ser mucho más fácil. Piensa en ese pequeño porcentaje como la semilla de un gran árbol: al principio parece insignificante, pero con el tiempo se fortalece y crece, y cuando menos lo esperas, ahorrar se convierte en algo natural, casi automático. Incluso podrías llegar a disfrutarlo.
Otro punto clave es la consistencia.
Si un mes puedes ahorrar solo 10,000 pesos, hazlo. Si el siguiente mes puedes subir a 20,000, mucho mejor. Pero lo importante es no romper la cadena. La disciplina es lo que marca la diferencia entre quienes logran estabilidad financiera y quienes siempre están al borde del colapso económico.
Además, ahorrar no es solo guardar dinero; es una forma de comprar tranquilidad. No tener que preocuparte por un imprevisto, poder aprovechar una buena oportunidad sin endeudarte o simplemente saber que tienes un colchón en caso de una emergencia, es una sensación invaluable.
Piensa, por ejemplo, en la pandemia. Muchas personas perdieron su trabajo y, por no tener este hábito de ahorro ni un fondo de emergencia, terminaron muy preocupados, con muchos gastos y sin ingresos. Por esto, no subestimes el poder de empezar pequeño. Cada peso cuenta.
No puedes ahorrar si no sabes en qué se te está yendo el dinero.
Haz este ejercicio: durante un mes, vas a anotar todo lo que gastas, absolutamente todo, desde el arriendo hasta el cafecito en la tarde, la menta, el chicle, todo. Te aseguro que te vas a llevar muchas sorpresas.
Cuando Juampa y yo lo hicimos, descubrimos muchos gastos que no teníamos en la cabeza, como suscripciones que no usábamos. El joven promedio tiene más de 17 suscripciones, y estoy segura de que no usa esos 17 servicios. Es impactante darse cuenta de la cantidad de pequeños gastos que parecen inofensivos, pero que sumados pueden representar una parte significativa de nuestros ingresos.
Aquí en Mis Propias Finanzas hicimos un video comparando algunas herramientas de gastos que te pueden ser de utilidad para este ejercicio. Cuando tengas claro en qué se te va tu dinero, prioriza. Pregúntate: ¿realmente necesito esto o puedo vivir sin esto? Se trata de identificar lo que es verdaderamente esencial y lo que podrías recortar sin afectar tu calidad de vida.
Un ejemplo muy sencillo: en lugar de comprarte un café todos los días por fuera, podrías prepararlo en casa y ahorrar una cantidad considerable al mes. También puedes categorizar tus gastos en fijos, variables y opcionales.
- Los fijos son los que no puedes evitar, como el arriendo, las facturas, la comida y la salud.
- Los variables pueden ajustarse, como las comidas por fuera o el transporte.
- Los opcionales, como entretenimiento, caprichos y antojos, son los que puedes reducir con mayor flexibilidad.
Otra estrategia efectiva es el presupuesto consciente. Eso significa que vas a revisar mes a mes en qué puedes mejorar. Si este mes te excediste en comida a domicilio, podrías proponerte reducir este gasto el siguiente mes. Se trata de un proceso de mejora continua, no de privaciones extremas.
Y ojo, tampoco se trata de dejar de disfrutar tu vida, sino de hacer los gastos más inteligentes. Cuando logras controlar tu dinero, en lugar de que el dinero te controle a ti, vas a poder ahorrar sin sentir que estás sacrificando todo el tiempo.
Tercer punto: el preahorro, el truco para que ahorrar se vuelva fácil.
Hay un concepto que cambia el juego: el preahorro, es decir, ahorrar antes de gastar. Es una técnica que elimina la tentación de gastar primero y luego preocuparse por ahorrar con lo que quede. La mayoría de las personas hace esto: entran sus ingresos, se gastan todo y al final, si algo sobra, eso es lo que ahorran.
Pero seamos sinceros, realmente nunca sobra.
Por eso, la clave está en cambiar esta formulita. Una vez definas cuánto vas a ahorrar, así sean 10,000 pesos, 5,000 pesos o lo que quieras, toma ese dinero y guárdalo. Sepáralo de los gastos. No importa lo pequeñito que sea, lo importante es que siempre ahorres antes de gastar.
Para que el preahorro sea realmente efectivo, lo mejor que puedes hacer es automatizarlo. Configura tu cuenta bancaria para que cada vez que te paguen, una parte de ese dinero se transfiera automáticamente a una cuenta de ahorros o inversión.
Esto elimina el factor emocional de ver el dinero y tentarte a gastarlo. Además, el preahorro tiene un efecto psicológico poderoso: al ajustarte desde el principio sin ese dinero, tu cerebro se acostumbrará a vivir sin él.
Con el tiempo, verás que construirás un fondo que podrás usar para emergencias, inversiones o metas importantes. Una buena estrategia es empezar con un porcentaje pequeño e ir aumentándolo gradualmente.
Si hoy puedes separar el 1% de tus ingresos, genial. El próximo mes, intenta con el 2%. Y así sucesivamente, hasta que llegues a un porcentaje que te permita ahorrar sin sentir que te privas de lo esencial.
Si nunca has practicado el preahorro, te reto a probarlo durante tres meses. Te sorprenderás de lo rápido que se acumula el dinero y la tranquilidad que te dará saber que estás construyendo un respaldo financiero sin darte cuenta.
Punto número cuatro: controlar los gastos sin vivir como un monje.
Ahorrar no significa privarte de todo ni vivir en constante restricción. Se trata de tomar decisiones más inteligentes y estratégicas. Algunos trucos incluyen:
- Aprovechar descuentos y ofertas, pero solo en cosas que realmente necesites.
- Planear compras con antelación y aprovechar temporadas de descuentos.
- Revisar suscripciones y eliminar las que no usas.
- Cocinar en casa en lugar de pedir comida a domicilio con frecuencia.
Y el último punto: aumentar los ingresos.
Hay un límite en el recorte de gastos, pero no en lo que puedes ganar. Buscar nuevas fuentes de ingreso puede hacer la diferencia en tus finanzas.
Recuerda, el ahorro no es una cantidad, es un hábito. Y la mejor forma de hacerlo es empezar hoy mismo.
Y como decimos aquí, ¡a seguir aprendiendo!